martes, 2 de junio de 2009

Aviso a estudiantes que se marchan

Estos días ha estado mi madre de visita y he aprovechado para darle el maletón que traje con buena parte de mi ropa (me he quedado con ropa para 11 días), los discos y libros que he comprado aquí y alguna que otra cosa más.

Bueno, pues al ir a levantarlo eso no había dios que lo moviera. Se mascaba la tragedia y al llegar al aeropuerto así ha sido. 30 kilitos de experiencia erasmus había sobre la sucia cinta transportadora-báscula del aeropuerto de Vilnius. Y eso que algunas cosas ya iban en el equipaje de mano y en el bolso de mi madre.
Así que nada, una bella estampa la de verme abriendo la maleta en mitad del aeropuerto y despidiéndome de llevar a Madrid los altavoces que me regaló Jouni, una jarra de cerveza que quería de recuerdo y algunos apuntes y diccionario de inglés (esto me dolió menos). Además metimos a presión unos cuantos libros en el equipaje de mano de mi madre. Tras esto volvimos a pesar la maleta: 22,9 kg. La chica se ofrece a hacer la vista gorda con el 0.9 kg y cobrar solo dos kilos. Nada, nada, no hay dolor, a seguir quitando hasta llegar al peso deseado.
Esta vez, los afectados de este desplazamiento migratorio fueron dos pares de zapatos y los daños colaterales el bolso de mi madre y yo mismo, que tendré que viajar por Rusia en Julio con otro par de zapatillas.

De nuevo probamos a pesar la maleta y aunque se pasa un poco, la mujer lo deja estar. También hace la vista gorda con el equipaje de mano, que se pasaba unos cuantos gramos de los 12 Kg permitidos.

Todo parece arreglado hasta que al hacer el Check-in, la conexión entre Praga y Madrid no aparece. Por no liaros lo resumiré en que la maleta va directa a Madrid mientras que mi madre tiene que hacer de nuevo Check-in en Praga a pesar de estar tan solo 50 minutos en ese aeropuerto.

Estamos mi madre y yo en la cola que hay antes de pasar por el detector de metales despidiéndonos cuando viene corriendo la chica de antes acompañada de un "técnico de seguridad del aeropuerto". Resulta que han detectado algo sospechoso en mi maleta y tengo que abrirla. No necesito hacerlo para saber de qué se trata: el cinturón de balas. Efectivamente se trata del cinto. Dos pavos de seguridad se pasan 5 minutos dándole vueltas y mirándolo hasta que llaman a un policía para que determine si puede pasar o no. Les explico que las balas están descargadas, que no pueden ser disparadas, etc, etc. y tras pedirnos la documentación a mi madre y a mi, me dan una clase de estilo y elegancia en el vestir y lo dejan pasar.
Gracias, señor madero, por su infinita generosidad y por no darme la colleja que tan merecida tenía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si el cinturón de balas no puede salir de Lituania, ¿como pudo entrar?

Alvaro dijo...

Eso les decia pero en fin...